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TARTAGAL Y LOS TARTAGALENSES

ARMAS BIOLOGICAS DEL SIGLO XIX

BIOTERRORISMO
Las cinco principales armas bacteriológicas

Ántrax

Esta 'vieja' arma bacteriológica –con la que ya se experimentó en la I Guerra Mundial– sigue siendo la más temida, aunque entre los animales no es más que una afección muy común.

En el hombre, es una grave infección que se contagia por vía cutánea o aérea, aunque no de persona a persona. La forma pulmonar –que se contrae al inhalar esporas de Bacillus antracis– es la más mortífera (mata al 90% de los infectados).

Existe una vacuna contra el ántrax, aunque sólo se administra a los grupos de riesgo, como militares, veterinarios o personal de laboratorio.

Peste bubónica

A lo largo de la historia, Yersinia pestis ha provocado 200 millones de muertes. El agente infeccioso 'culpable' de la Peste Negra del Medievo puede contagiarse entre los humanos por vía aérea.

Una vez que llega al flujo sanguíneo del enfermo, infecta sus ganglios linfáticos, formando los 'bubones'. Después, el patógeno llega a los pulmones y la enfermedad se vuelve mortal.

Viruela

Esta enfermedad infecciosa –caracterizada por la erupción de pústulas y fiebre alta– está oficialmente erradicada.

Sin embargo, el virus de la viruela puede ser una eficaz arma bacteriológica pues, aunque no es tan mortal como el ántrax ('sólo' el 30% de los que se infectan acaba muriendo), se contagia muy rápidamente. Además, puede modificarse y convertirse en un agente patógeno aún más virulento

Botulismo

La toxina botulínica –producida por el bacilo Clostridium botulinium– provoca una intoxicación, a menudo mortal, caracterizada por la fatiga y la debilidad muscular y por los trastornos visuales.

Se contrae por la ingestión de comida contaminada y puede manifestarse hasta una semana después de la contaminación.

Ébola

El virus hemorrágico –culpable de grandes epidemias en África– es un gran desconocido: no se sabe la fuente del microorganismo ni su mecanismo de transmisión. Tampoco existe vacuna.

El virus del Ébola –que se contagia por contacto directo– se replica por todo el organismo del enfermo, destroza la integridad de los capilares y produce coagulación intravascular diseminada. Al cabo de una semana, el 90% de los infectados mueren.

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